jueves, 23 de abril de 2009

CONFIESO QUE ME HA GUSTADO:

Javier Cuevas.


En una de las reducidas y excesivamente blanca salas del CAC Málaga, se encuentra la exposición de Susy Gómez “El timón de mis almas”, formada por 18 fotografías y una videoperformance titulada “A Licinia Gómez”. En las fotografías la artista, siguiendo una iconografía pseudo-pop, establece como motivo de representación las imágenes de modelos de la revista Vogue, imágenes que amplía y sobre las que interviene a través de distintos materiales como la pintura, la purpurina o la cera.
De esta forma, la artista lleva a cabo una doble operación. Por un lado, realiza el ejercicio pop de elevar ciertas iconografías de la low cult a la high cult, si es que a estas alturas se pueden seguir estableciendo dichas diferencias. Y por otro, muestra un interesante juego de texturas a través de la combinación del grano de las revistas derivado de la ampliación de las fotos y de los distintos materiales con los que interviene, quedando todo ello unificado por la pátina fotográfica final en una especie de triple salto mortal.
Esa forma de resaltar el granulado de la fotografía podría recordarnos a Lichtenstein aunque en el caso de Susy Gómez parece que la motivación de la artista no es la de congelar el trazo como hacía el artista neoyorkino en su crítica al expresionismo abstracto, sino más bien poner en evidencia la técnica artística de la fotografía.
Sin embargo, y siguiendo esa línea pop, vemos que no hay una actitud crítica hacia aquello que muestra, destilando las fotografías una objetividad interrumpida únicamente por las intervenciones ya comentadas que realiza la artista, que incluso resultan ridículas en ese contexto pop y objetivo. De hecho, el gran formato de las obras nos habla de una monumentalidad y un carácter aurático de su obra que choca bastante con la línea pop comentada.
A pesar de ciertas incongruencias, consideramos que la artista alcanza en esta exposición realizada expresamente para el CAC cierto grado de coherencia en un discurso entre el apropiacionismo y el pop, del que quizá podría haber sacado más partido.

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